A la vista del agravamiento del conformismo autocomplaciente en que nos hallamos y de la total ausencia de un discurso político consistente que lo confronte; a la vista de la hegemonía que ejercen los medios de comunicación al elegir nuestros sueños y la pasividad con que reacciona en general la población es decir, la chusma y la juventud en particular, yo, Alejandro Rodríguez, me declaro harto del estado de la situación.
Así pues, anuncio el nacimiento, a partir de este preciso instante, del Partido Excesivo Central Venezolano. Quisiera aclarar desde ya que el PECV es un partido de centro, pero no es neutral ya que no se puede ser neutral ante la injusticia, ante el hambre, ante el abandono y la guerra.
El PECV es un Partido Único y eso significa que consta de un solo individuo: YO.
Se trata de un partido que no busca proselitismo, porque he comprobado que, tarde o temprano, un partido compuesto por más de una persona ve debilitarse sus intenciones y principios fundamentales a causa de luchas internas y de mediocres enfrentamientos de carácter personal.
Es por este motivo que quiero prevenir la aparición de esta gangrena en mi partido, instaurando el principio fundamental de no admitir ningún otro miembro por ningún motivo sea cual fuere.
Todavía soy un hombre profundamente democrático y desde aquí quiero alentar e impulsar la creación de multitud de Partidos Únicos y hermanados al PECV, cada uno de ellos formado por único individuo que sea a su vez su propio fundador y líder del partido.
Cada partido dispondrá de libertad ideológica absoluta y para incidir en este punto, exhortamos a los demás partidos a reducir en lo más mínimo todo contacto entre sí, prohibiendo cualquier tipo de reunión como congresos, asambleas o actos constituyentes.
Por el bien del pluralismo cultural, no nos interesa que exista, bajo ningún concepto, una línea común para todos los Partidos únicos, mucho menos federación que nos imponga una ruta a seguir.
Estos seres son considerados, a menudo, excéntricos e incluso locos por parte de la gran mayoría, pero para mí representan la forma más sublime de la libertad de expresión y una feroz conciencia de nuestro derecho de ser diferentes de los otros. Estas personas, a las cuales no tengo ningún miedo de otorgarles la categoría de héroes, viven por definición una vida sumamente solitaria y en muchos aspectos psicológicamente durísima.
Y es en este sentido que el PECV nace para animar a estos luchadores y defensores del individualismo, sea cual sea su forma concreta de lucha, de lo más refinado a lo más chaborro, de lo más sofisticado a lo más inocente, de lo más sutil a lo más asqueroso. Yo quiero apoyar a cualquier ser humano que salga de la monotonía del conformismo y grite a los cuatro vientos: así es como soy, y así tienen que aceptarme.
Si desde siempre esta actitud ante la vida ha significado ser valiente, en nuestra época actual, aún es mucho más difícil.
Hoy en día, el individuo se enfrenta no solo contra el juicio de sus conciudadanos sino que choca contra un modelo de sociedad que nos están imponiendo los publicistas, corporaciones, y gente que se autoproclama creadores de la moda utilizando potentísimas armas de manipulación psicológica fruto de los últimos avances de las ciencias humanas. Esta masificación en los gustos y los deseos está poniendo en peligro nuestra capacidad de elección y especialmente está atacando a los miembros más vulnerables, los jóvenes. Haciendo vulnerable a todo lo que nos proporcionan los publicistas, punta de lanza de nuestro sistema económico que tiende a la masificación global de los deseos y los sueños de todos nosotros, pero muy especialmente de los más jóvenes.
Es especialmente para ellos que he creado el PECV, para enseñarles lo que significa la verdadera libertad. Por ellos y para ellos voy a luchar con las mismas armas que utilizan los mercaderes del aburrimiento y la uniformización. Quiero que todos entiendan de una vez por todas que un anticonformista nunca ha sido y nunca será un perdedor, porque los perdedores siempre han sido los masificados y que hayan seguido al rebaño como borregos ignorando que van al matadero, solo porque “los demás también lo hacen”.
La hora del contraataque ha comenzado y el PECV empieza a actuar.